¡Hola!
Después de unas semanas desaparecida por fin parece que veo la luz al final del túnel. Los peques han estado enfermos y de eso quiero hablaros hoy en esta entrada.
Vaya por delante que no soy nada fan de medicar a los niños si no es realmente necesario. Con eso quiero decir que soy de las que espera a que tengan fiebre relativamente alta para darles algo. Siempre me guío por como los veo claro está, pero intento no dejarme llevar por el pánico y suelo esperar al menos un día o dos para ver si es algo pasajero o no.
El caso es que hace unas semanas teníamos cita en el pediatra para la revisión de los dos niños. Todo estupendo pero al peque le tocaba vacuna y el médico lo vio algo resfriado y no se la quiso poner. Nada raro. Tratamiento: «bolitas mágicas» de homeopatía. Me dan cita al cabo de una semana exactamente. A los 4 días de la primera visita me llaman de la guardería para que lo recoja (estamos en plena adaptación, se queda solo 3 horas) porque está mal de la tripa. Al día siguiente se queda en casa, sigue igual pero empieza la tos.
Aprovecho la nueva visita para que lo miren y ya cuento con que tampoco lo van a vacunar. Salgo de allí con una sensación rara en el cuerpo. No sé si estoy mosqueada porque no le han dado nada o aliviada porque no es grave. Me meto en el bolso las dos fotocopias con las recetas de la abuela escritas: agua con sal para los mocos y una mezcla de té negro, zumo de naranja y agua para que no se deshidrate. Estupendo.
A los 3 días de esta visita veo que el niño no solamente no mejora sino que a mi me parece que va a peor. Se le oyen unos silbidos sospechosos en el pecho. Es domingo y contra viento y marea (o sea, mi marido) nos plantamos en urgencias. Es la tercera vez en nuestra vida con dos hijos que hacemos uso de este servicio así que creo que no está mal.
Los primeros 5 minutos de la visita más de lo mismo. La doctora mirándome con cara de «otra madre loca por aquí»…lo de siempre: que es normal, que si el invierno, los virus, la guarde, que no os voy a dar ningún jarabe porque es solo un negocio de las farmacéuticas, bla bla bla…yo seguía convencida que había algo más. Lo ausculta y… ¡oh, sorpresa!, el niño tiene bronquitis obstructiva. Le mira el oído…otitis media. Vaya, parece que sí que está fastidiado el pobre :(.
Total, que nos quedamos un rato para que le hagan un análisis y ver si hay infección y recetan antibióticos. Por suerte negativo. Le administran una primera dosis de medicamento con mascarilla y nos vamos a casa con la receta.
A la semana y media cae la hermana. La pobre es un torete, no cae casi nunca enferma pero era casi inevitable. Volvemos de nuevo al pediatra para revisión del peque y para que le dé un vistazo a la hermana. Tiene el mismo virus y medicamento para los dos. En 3 días se le ha ido la fiebre (la he medicado por las noches) y solo le queda algo de tos.
Noah sigue con tos y la tripa, aunque está mucho mejor, parece que todavía no funciona al 100%. Hace dos semanas de todo esto.
El caso es que os he soltado todo este rollo porque se me ha hecho muy cuesta arriba estar en casa encerrada dos semanas con el peque enfermo y los últimos días con los dos. Yo que para estas fechas ya contaba con haber terminado la adaptación, me veo otra vez casi empezando desde el principio. Y es que hay que sumarle que la próxima semana están de vacaciones.
Desde luego estar en Alemania (o cualquier otro país) lejos de la familia hace que estas situaciones se conviertan en algo realmente agotador y en algunos momentos desquiciante.
Y algo que me tiene bastante harta sobre la medicina en Alemania es el tema de la homeopatía. Yo sé que hay opiniones para todos los gustos pero es que en las dos ciudades en las que he vivido aquí, todos los médicos que he visitado nos han recetado las «bolitas mágicas» para cualquier cosa.
Esta vez no podía ser menos. Ya sé que una bronquitis empieza como un resfriado y que el primer día sería imposible detectar nada más, pero es que la segunda visita el niño ya estaba bastante fastidiado (en la consulta tenía fiebre) y salir con dos remedios caseros como los que me dieron me pone de bastante mala leche.
Por lo que me cuentan en España parece que allí no les tiembla el pulso para recetar medicamentos a la primera de cambio (no todos, claro) y yo me pregunto, si no existirá un punto medio entre dar «Dalsy» o «Apiretal» cuando el niño está a 37,5º y «dar bolitas mágicas» como si fueran la cura para todos los males.
¿Cómo lo vivís vosotros con vuestros peques?
¡Hasta pronto!
Uff me siento totalmente identificada y no sólo con los peques conmigo también he tenido cosas así un dia estuve enferma en cama casi sin poder levantarme voy al hospital ni siquiera me revisa me toma los signos y me médica diciéndome que es un virus aguantando asi hasta el lunes q fui a otro dr a exigirle que me hiciera exámenes por que el tema no mejoraba.
para mi es algo que me decepcióna bastante.
¡Hola Abigail!
Es que no sé porque tienen la tendencia a no darle demasiada importancia a los síntomas. Parece que nada es grave en este país en cuanto a medicina se refiere y que con unos cuantos remedios naturales todo se cura. No dudo que sea así en algunos casos pero otros requieren de medicación y parece que les cueste mucho escribir una receta. En fin, que es otra de las cosas a las que nos tenemos que acostumbrar en Alemania.
Un abrazo!
Como me suena.. A mi hijo con 15 meses y una otitis de caballo tb le dieron bolitas.. Hasta que nos vimos con 41° en urgencias… Debería haber un intermedio efectivamente. Además no vayamos a pensar que los glóbuli los fabrican hippies en el campo, que también son farmacéuticas y también son un negocio.
¡Hola Jenn!
No puedo estar más de acuerdo con tu comentario. Quizá la gente crea que las bolitas las fabrican en medio del campo unas abuelas alemanas la mar de simpáticas pero como todo, es un negocio que no para de crecer. No sé porque se empeñan en probar antes con homeopatía cuando los niños están realmente enfermos. Lo único que consiguen es alargar el tiempo de recuperación, el malestar de los peques y la desesperación de los padres.
Un abrazo!
A mi nunca me han dado las bolitas mágicas, si jarabes a base de plantas que son muy buenos y realmente ayudan como el Prospan cuando es resfrío o el umkalobao cuando tiene bronquitis y a mi me han resultado muy bien y se curan mucho más rápido, ahora cuando los niños tienen fiebre de 39-40 grados ya generalmente le dan antibióticos.
¡Hola Natalia!
Fíjate que diferencia entre cada médico y ciudad. A mi la doctora de urgencias me dijo que en toda su carrera no había recetado jamás un jarabe para la tos, que no servían para nada. Eso es lo que más me molesta. Que no haya un criterio estándar y que en función del médico acabemos «dopando» a nuestros hijos con medicamentos cuando no son necesarios o por el contrario, no se los estemos dando cuando realmente los necesitan.
Un abrazo!
Yo de momento he tenido suerte y no he tenido nada grave (cruzo los dedos). Aunque tampoco tengo hijos, con lo que hay menos probabilidades a experimentar cosas de estas. Lo que sí que me pasó una vez es que mi novio tenía una gastroenteritis del copón y cuando fui a la farmacia estuvo la mujer a puntito de coger un medicamento, pero en un giro inesperado de guión me dijo que tomara sopa de verduras. Y yo esperando la cámara oculta, claro.
Un abrazo!
Jajajaja…es que como si lo viera. Debatiéndose entre el ángel y el demonio que lleva dentro 🙂
La verdad es que son un poco extremos. Parece que tengas suplicarles medicamentos en condiciones.
Un abrazo!
Anna.